miércoles, 19 de agosto de 2015

Desfragmentación de uno mismo

Siempre que empiezo un nuevo blog, pienso en aquel que dejé inconcluso.
Este, el que tendría que haber ocupado un lugar alto en el firmamento de mis revelaciones cotidianas, es hoy un esqueleto vacío con apenas algunas extremidades en la forma de textos abandonados.

Me pregunto por qué insisto en escribir en una fórmula que está claro ya no me convence.

Han pasado varios meses desde el último post y con ellos mi rol de 'blogger'. Ya no me considero una blogger por el simple hecho de que la definición de la palabra indica una simple regularidad en los posts que se publican.



Muchos me creen una experta en social media. Muy lejos de la verdad, la realidad es que cuando comencé con mi primer blog realicé una exhaustiva búsqueda informativa de los cómos y los por qués para lograr colocar mi 'producto' de la forma más eficaz en el éter. Estudié libros y forums y poco a poco fui subiendo por la escalera en espiral del mundo de la comunicación en la forma de los diferentes canales de social media. La verdad que me interesaba mucho y me gustaba también saber que había gente que me 'seguía' virtualmente. Así llegaron los mensajes, las felicitaciones y también un poco de acoso.
Nada de esto me molestó demasiado. Incluso el acoso lo veía como una forma de atención mál dirigida.

Tras el último año y todas las vueltas de la vida, hoy me siento lejos de esta persona que antes era. Me interesa la comunicación escrita, sí; me interesa hacer llegar un mensaje a la gente que me lee, sí; me interesa llenar el éter con palabras nuevas que transmitan la evolución que me fue marcando, también.
Lo que no me interesa es limitarme con un rol u otro. Me considero escritora de alma y vocación, aunque para muchos sólo pueda llamarme así teniendo un diploma. Aunque teniendo un libro publicado, aun haya sido una edición simbólica, ya cambié de status.
Igualmente, nada de todo esto alimenta mi ego. La verdad que no me interesa ser experta en nada, mucho menos definirme como blogger o experta en social media. O lo que fuera.

Me interesa sí, crear mis propias reglas para luego volver a romperlas. Me importa sí, comunicar, pero no desde una tarima diciéndole a la gente lo que está bien y lo que está mal, al contrario, lo que más me gusta es que la gente se quede pensando, que duden, que busquen saber más.

Revelar y rebelar. En la forma y el contenido de lo que cada día ponemos en nuestras mentes, cuerpos y espíritus.

Hoy ya no soy yo y ya no soy nada. Existo, respiro y vivo simplemente por el sólo hecho de que aquella vez en París el milagro del amor me salvó de morirme por una supuesta reacción alérgica a castañas de Cajú.

Hoy por hoy, la vida de cada día me enseña que soy todo lo que yo quiera ser. Que lo más importante es estar vivita y coleando, y no suspendida en el éter de un molde que hace rato que me  queda chico.

Soy escritora, comunicadora, manager de eventos culturales, coordinadora. También soy mujer fuerte y madre soltera. Soy un vendaval de emociones. A veces, entera, a veces vacía.
Soy eso y muchas otras cosas, pero ninguna de esas puede definirme como buena o mala persona. Como experta o inexperta. Como exitosa o fracasada.

Estoy donde estoy porque me gané el derecho de estar, de ser, construir en pos de mis sueños. Sin mis pesadillas, errores y aciertos no estaría hoy acá escribiendo estas palabras en este blog al que aun no quiero dejar abandonado.

Esta es la desfragmentación de todo lo que soy, lo que fui y lo que ya no quiero seguir siendo.
Seguiré escribiendo, cuando me apetezca, y aún así haya gente o no allí afuera queriendo leerme.
Será eso o será otra cosa.
Por lo pronto, la vida no se acaba entre los renglones invisibles de un post publicado en Facebook o Twitter. La vida tampoco es publicar un libro.
La vida es levantarse cada mañana sintiéndose capaz de sostenerse y respirar profundamente. Cada día es un mar de posibilidades. Lo que define es la elección y la actitud. No hay mucho más.
Mi opinión personal, claro.

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